domingo, 20 de abril de 2008

El Río, nuestro río Guadaíra



Anoche fui al Sánchez Pizjuán y nos calló la intemerata, de goles y de agua. De lo primero no hablaré, pues me entra algo de depresión. Así que lo haré de la lluvia y sus efectos.

Esta mañana tenía prisa por levantarme y, si había escampado, dar un paseo por nuestros parques y ver la crecida del río. No fui el único, pues desde temprano eran muchos alcalareños y alcalareñas los que habían tenido la misma y bonita idea. Me encontré, entre otros muchos, a Salvador Escudero, Delegado de Medio Ambiente y persona que le gusta estar cerca de los temas que le afectan.

Es una instantánea preciosa, el río con gran caudal del agua, asaltado los azudes (las zuas en Alcalá), llenando las márgenes, el ruido que hace, como lo inunda todo. Tengo la suerte de vivir a cuarenta metros del río y de sus parques, y San Francisco, Oromana, la Retama y San Juan son mis espacios habituales de pasear, entrenar y leer, y ese sonido, ese paisaje, ese entorno, me hacen sentirme feliz.

Recuerdo que en los años 83 y siguientes, cuando hacíamos las primeras encuestas de opinión, siempre nos sorprendía la tremenda importancia que los alcalareños y alcalareñas (de nacimiento o de decisión propia, como dice mi compadre Rafael) le daban al Guadaíra y su estado. Con tasas de paro del 42% y sus problemas asociados, siempre aparecía, junto al castillo, entre los primeros problemas ciudadanos. Hace algún tiempo no tengo acceso a los estudios de opinión que se siguen haciendo, pero apostaría algo a que así sigue siendo. Ha pasado de abuelos a hijos y nietos esa imagen idílica del río, de la playa de Sevilla. Yo aprendí a nadar con mi hermano Juan Carlos en las Aceñas.

En los años 1996, 97 y 98 se hizo una magnífica labor de recuperación, limpieza y puesta en valor de las márgenes urbanas del Guadaíra. Con fondos europeos, andaluces y locales, se puso precioso Oromana, se limpiaron caminos, se pusieron barandas de madera, se eliminaron algunos eucaliptos y se plantaron numerosas especies autóctonas. La limpieza en torno a los molinos de Algarrobo, San Juan y Benarosa fue ciertamente espectacular. Se culminaron los nuevos parques de La Retama, el Vivero, se llegó casi hasta Las Aceñas.
Eso tuvo muchas consecuencias positivas. Entre ellas, la recuperación del orgullo y la autoestima de los vecinos y vecinas con su río. Recuerdo una manifestación unitaria por su recuperación, que terminó en la Retama y fue una gozada ver las caras de satisfacción al tiempo que de indignación por las aguas. Inolvidable la imagen del Alcalde paseando en barca por el río con Antonio Brito.

Se, me consta, que el mantenimiento es muy costoso. Pero habría que hacer un esfuerzo por conseguir, como sea, poder mantener limpias esas márgenes. Hoy presentaban un aspecto muy, muy mejorable. Hay que implicar a otras administraciones, pero el río, y, sobre todo, los alcalareños y alcalareñas, lo merecen.

De su recuperación integral hablaremos. Necesita un tema entero.

Acompaño dos fotos, de no muy buena calidad, sacadas con el móvil. Una, la primera, es una preciosidad del molino de El Algarrobo con la "zúa corriendo". La segunda, un ejemplo de a que me refiero sobre la limpieza de las márgenes. (Gracias por el consejo, Alejandro.)

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