domingo, 6 de abril de 2008

Correr por placer o el placer de correr

Llevo bastantes años corriendo. Exactamente desde que dejé el tabaco; el 20 de enero de 1992 a las 8’20 de la mañana me fumé el último de mis muchos cigarrillos; era un fumador compulsivo, de tres paquetes diarios. Esa misma tarde fui al Parque Oromana a correr. Hice siete minutos y vomité. Volví al día siguiente, hice once minutos y volví a vomitar. El tercer día ya no vomité.

Tras esa casi traumática primera experiencia, empecé a ir todos los días a entrenar. Mi amigo Rafael Varela me llevó a mi primera carrera, la Nocturna del Guadalquivir de 1992, que era entonces de siete kilómetros por las márgenes del río. Preciosa. Tanto que me enganchó.

Desde entonces, miles de kilómetros, de caminos, cientos de carreras, más de diez maratones, medias maratones, populares, 101 Km. de Ronda, Subidas al Veleta, Cabra, Écija,…….. . Nunca gané nada (Miento, en la penúltima Media Maratón de Alcalá quedé tercero en locales mayores de 45 años, una copa que guardo con cariño). Pero tengo el gusanillo, y este mes caerán, si no hay problemas, un par de medias maratones, en San Fernando y Coripe – Olvera.

Afortunadamente, cada vez hay más hombres y mujeres que corren. Eso es muy bueno. Y en Alcalá somos unos privilegiados, con los caminos que aún nos quedan, preciosos.

Hay personas que corren sólo para estar en forma. Estupendo, estoy entre ellos. También los hay que lo hacen para participar en carreras, para competir, aunque sea contra uno mismo y sus tiempos. Fabuloso, también me encuentro con ellos. Pero hay muchos que lo hacemos, además, por el placer de correr, por echar un rato con los amigos, por “machacar caminos”.

Hoy, esta mañana temprano, hemos salido once amigos. Siempre desde el “Centro de Alto Rendimiento” CAR-pintería Ventura. Y hemos hecho una ruta nueva, preciosa aunque con dificultad, pues fallaban los caminos. A las ordenes del Maestro Ventura, el Vicemaestro Antonio Borreguero y el Listero Rafa Piña, hemos ido por la vieja vía a San Juan de Dios hasta la cárcel, luego al Palacio de Gandul, lo hemos rodeado, hemos ido bordeando los olivos, cruzando veneros y subiendo lomas, hasta salir a la vía de nuevo, poco antes de la casilla, vuelta a la cárcel, subida por la cuesta de la vieja carretera a Málaga y vuelta por el mismo camino. 16 kilómetros y medio, según el Podometer. Si alguien quiere ver la ruta, pinche aquí. Lo verá en satélite con los puntos kilométricos señalados. Ninguno lo habíamos hecho antes. Es bordear el alcor, por detrás del Toruño. Y las conversaciones. Ruta deportiva, histórica, antropológica. Todo se puede hablar, entre jadeos en las cuestas.

Merece la pena. Y sólo es empezar. Y luego disfrutar.

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