lunes, 30 de junio de 2008

La sencillez de los campeones

Una de las mejores oportunidades que he tenido en mis distintas ocupaciones en estos últimos años, ha sido la de conocer a personas, tanto hombres como mujeres, que han destacado de forma excelente en sus ocupaciones. Científicos, profesionales, políticos, periodistas, literatos, empresarios, sindicalistas y un largo etcétera.

Siempre recuerdo la oportunidad que tuve de pertenecer a la Comisión Parlamentaria que “examinó” a las personalidades que iban a formar parte del Comité Andaluz para la Sociedad del Conocimiento. Personas como Juan Pérez Mercader (alcalareño de nacimiento), Cristobalina Gávira, Purificación Benoch, José Luis Calvo, o Alvaro de Orleáns, auténticos “campeones” en su materia, me impresionaban no por sus conocimientos, ni por sus currículos (realmente impresionantes), sino por sencillez como personas, por su sensatez, por su humildad.

Ahora, en mi responsabilidad al frente de Deporte Andaluz, estoy teniendo la ocasión de conocer a atletas realmente importantes, triunfadores ya y dueños de un destino que se antoja venturoso, y desde ya en Pekín 08.

El pasado martes asistí a la Reunión de Atletismo de Jerez, muy importante por cuanto bastantes atletas han de acreditar aún sus mínimas para poder ser olímpicos.

Me tocó hacer entrega de los trofeos de campeones a tres de los mejores atletas hoy de España. Manuel Martínez, plusmarquistas español de peso y campeón del mundo en pista cubierta; Ruth Beitia, plusmarquista en salto de altura y una de nuestras mejores esperanzas este verano en China y el vallista Jackson Quiñónez, también recordman español en 110 vallas.

Volvió a asomarme ese sentimiento de admiración por lo que han conseguido y, sobre todo, por su humildad, su carácter, su capacidad de entrega a los niños y aficionados, sin desmayo, sin dejar de firmar autógrafos, lejos de esas “estrellas rutilantes” que vemos en otros ámbitos.

Eso me lleva a la reflexión de que la humildad y la sencillez son atributos sólo de las grandes personas. Algunas, no han triunfado públicamente, lo hacen día a día, y no son conscientes de todo lo que valen.

Otros, pavoneamos como si fuéramos importantes. ¡Cuánto nos queda por aprender todavía!

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