La muerte. La Política

No es un título. Son dos. Distintos y distantes. Pero ambos me lo sugiere el mismo hecho, lamentable y confortable al tiempo.

Ha muerto Rodrigo Trinidad. Para mi, Rodrigo padre, pues tantos años de conocimiento de Rodri hijo, le dan ese “apellido”. No hace mucho le preguntaba a Paco Bautista por él y ya me decía que estaba mal.

He podido compartir un rato con sus tres hijos más conocidos por mi (Rodri, Manolo y José Carlos) en el tanatorio de Dos Hermanas, donde compartían dolor personas de distintas procedencias, ideas y destinos, prueba de lo sinceramente queridas que son las personas de esta familia.

Hace tiempo dije que la muerte no cabe en mi inteligencia. Desde la muerte de mi madre, procuro, en lo que puedo, evitar ceremonias en este sentido. Sólo en casos excepcionales aparezco y con gran trabajo por mi parte. Pensar en que no veré más a seres con lo que he trabajado, hablado, compartido cosas y vivencias, me supera.

De Rodrigo (padre) yo sabía que era el padre de mis amigos y que siempre estaba fuera. Eran sus tiempos de Modecar y pasaba largas temporadas en Libia, en América Latina. No lo conocí apenas en persona.

Hasta el año 1995. Yo era concejal del PSOE, y él del Partido Popular. Estuvimos los cuatro años del mandato de la pérdida de la mayoría absoluta de mi Partido, y casi tres años y medio de la siguiente, en la que volvió tras una dimisión en su Grupo.

Pocas veces he recibido tantas lecciones de cómo se practica al mismo tiempo la firmeza absoluta de los principios (de los que tanto se habla ahora) con la amabilidad y generosidad en los planteamientos. Y como se anteponen los intereses que él consideraba generales de la Ciudad a cualquier otro más particular.

Ejemplos así son confortables. Era una lección día sí y día también. Le recuerdo de Presidente de la Comisión de Urbanismo, con mano firme y amable, sabiéndose cada expediente y cada tramitación perfectamente, con detalles, sobre la realidad y no sobre planos.

Personas así prestigian a la Política, entendida como el arte de resolver los problemas de la convivencia social. Y haber trabajado con él, un privilegio.

Descanse en Paz.