miércoles, 4 de junio de 2008

Más muerte. Adios, amigo

Siete menos cuarto de la tarde, martes primero de junio. Sigo en el despacho. Suena la campana del móvil, es un mensaje (otro más): “Salgo a las ocho. Quien se apunta?”. Pocas palabras bastan. Rápida respuesta: “Yo puedo. San Juan”.

No es una adivinanza. Un amigo, Antonio, nos dice que va a salir a entrenar, a hacer kilómetros por nuestra Vega. Ya está bien por hoy, recojo y a despejarnos del día quemando energías. Quedamos en el Poli de San Juan. Bueno, en las afueras.

Puntuales. Antonio, Rafa Piña y yo. Falta Paco Cuevas. ¿Qué hacemos? Vamos por el Castillo de Marchenilla y subimos por la Cuesta de Maestre. Un poco de caña nos va bien. Antonio lleva dos semanas sin salir. Un pesado resfriado y su carga de gemelos lo han tenido parado. Vamos tranquilos y el que pueda que tire. Más adelante, en Cerro Clavijo, se nos une David.

Me siento bien y tiro, voy recuperando la forma. Me alcanza Antonio y hablamos mientras disfrutamos de los campos llenos de trigo ya maduro y girasol creciendo. Este domingo queremos subir al puerto de Las Palomas. ¡Vaya paliza! Antonio me dice que él no ha subido nunca y le apetece probar. Si ha subido Cabra, esto es soportable.

Subiendo Maestre no hay conversación, cualquiera habla con la puñetera pendiente. Piña nos coge silbando. Vaya como está de fino.

Terminamos hora y quince minutos después. Antonio está contento. Ha aguantado bien la subida de Maestre, los gemelos no le molestan. Nos vemos el domingo a las seis para ir a Zahara. Adiós, amigos.

Miércoles. Otro mensaje temprano, esta vez de una muy querida amiga. “Sabes lo de Antonio Florido?” Le contesto: “Corrí con él ayer noche”. “Ha muerto”. No puedes ser. Imposible. Sí. A las diez y media de anoche. Pero si estuvimos juntos hasta las diez menos cuarto...

Lo decía hace unos días. La muerte no cabe en mi inteligencia. No la entiendo. No puedo creerla. Quizás sea una postura cómoda, como los niños pequeños, se tapan los ojos y ya no tienen miedo. Pero ahí sigue la oscuridad, las dudas, lo desconocido que tanto nos impresiona.

Ha muerto Antonio Florido Bono. Arquitecto. Costalero de la Esperanza. Corredor del grupo de los Ventura. Amigo.

Parece que solo mueren los buenos. No es verdad. Todos somos buenos.

El domingo subiremos al puerto de Las Palomas, para estar más cerca de ti, Antonio. Dános fuerza.

Buena carrera, amigo.

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