martes, 8 de septiembre de 2009

Pensamiento fuerte, pensamiento débil

Hay un asunto que lleva algunos días preocupándome. Pese a la certeza de que la actual y tremenda crisis económica tiene sus raíces en la aplicación de las políticas neoliberales, que mantenían que el mercado todo lo arreglaba, que las regulaciones eran malas en sí misma, que cualquier beneficio es siempre bueno, sea cual sea el medio para obtenerlo, sus defensores siguen activos en la defensa de sus postulados. Hay que bajar los impuestos, disminuir el gasto público, pagar los bonus a los directivos, las ayudas sociales son una perversión del sistema, anulan la competitividad, y lindezas similares.

Como ha ocurrido en muchas ocasiones, la gente de izquierdas parecemos acomplejados ante tal avalancha de argumentaciones, demostradas erróneas, y de la multiplicidad de medios que las predican. No tenemos recetas eficaces, damos bandazos, cedemos las iniciativas, no mostramos los liderazgos con coherencia y firmeza.

Y, yo creo que, o nos rearmamos, y defendemos la libertad de la no dominación (como dice Petit), y ponemos de manifiesto con rotundidad que la sociedad de libre mercado necesita regulación y no todo vale, o, en caso contrario, mal vamos.

Y no soy nada pesimista vitalmente. Pero algo está fallando. Intentaré en próximas entradas explicarme.

No hay comentarios: