Hoy he estado en un acto, con mi Consejero, Luciano Alonso, de los que uno disfruta y lo hacen sentirse comprometido. Ha sido la “despedida” de los miembros y “miembras” andaluces de la selección que España presenta a los Juegos Paraolímpicos de Pekín, que se celebran a partir de inicios de septiembre.
Organizado por la ONCE y la Federación Española de Deporte de Discapacitados, se reconoció a los y las 26 deportistas de nuestra Comunidad que competirán en nueve disciplinas deportivas.
Pero con independencia del acto en sí, lo que nos lleva a la reflexión es contemplar a personas con dificultades físicas, o sensoriales, con un afán de superación que nos sobrecoge. Con un ánimo que se contagia.
Cuando a veces nos sentimos desanimados, sin ilusión, frenados por nuestra competitividad “moderna”, derrotados por dificultades propias o impuestas, tenemos que mirar a nuestro alrededor. Tenemos que ver a personas que no se rinden, que luchan, que superan esa “discapacidad” con tesón, con sacrificio, con pundonor.
Me presentó María José Rienda (otra “fenómeno” que he tenido la ocasión de conocer, y que sabe lo que es superar malos momentos, con su rotura de rodilla en lo mejor de su carrera) a un esquiador, sentado en su silla de ruedas, impedido de sus dos piernas, que era todo optimismo, contagiante, sincero. En la foto junto a Luciano. ¡Qué buen espejo para unos y otras!
Por eso, si “discapacidad” quisiera decir “menos capacidad” (que no es su definición en el RAE), estaría muy equivocado. De capacidad nos dan lección y media
Organizado por la ONCE y la Federación Española de Deporte de Discapacitados, se reconoció a los y las 26 deportistas de nuestra Comunidad que competirán en nueve disciplinas deportivas.
Pero con independencia del acto en sí, lo que nos lleva a la reflexión es contemplar a personas con dificultades físicas, o sensoriales, con un afán de superación que nos sobrecoge. Con un ánimo que se contagia.
Cuando a veces nos sentimos desanimados, sin ilusión, frenados por nuestra competitividad “moderna”, derrotados por dificultades propias o impuestas, tenemos que mirar a nuestro alrededor. Tenemos que ver a personas que no se rinden, que luchan, que superan esa “discapacidad” con tesón, con sacrificio, con pundonor.
Me presentó María José Rienda (otra “fenómeno” que he tenido la ocasión de conocer, y que sabe lo que es superar malos momentos, con su rotura de rodilla en lo mejor de su carrera) a un esquiador, sentado en su silla de ruedas, impedido de sus dos piernas, que era todo optimismo, contagiante, sincero. En la foto junto a Luciano. ¡Qué buen espejo para unos y otras!
Por eso, si “discapacidad” quisiera decir “menos capacidad” (que no es su definición en el RAE), estaría muy equivocado. De capacidad nos dan lección y media
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