jueves, 14 de octubre de 2010
Expectativas y frustración.
He seguido casi con pasión las noticias del rescate de los mineros de Chile. Desde el principio. Cuando tuve la primera noticia, me estremecía pensar en la casi segura muerte y entierro en vida. ¿Cómo sería esa agonía?, ¿Cómo la convivencia en aquel espacio y circunstancias?
Por eso, mi emoción ha sido enorme al ver el rescate, la alegría, de los mineros, de las familias, de ese Chile querido que ha tenido tantas desgracias últimamente.
Y junto a esa emoción, una reflexión política. ¡Qué bien han medido los tiempos! Y eso es importantísimo en la gestión de esas crisis, en la gestión política.
Primero, en la búsqueda simultanea de varias opciones, por si alguna fallaba. Segundo, en los calendarios anunciados. Nada de vanaglorias precipitadas. Dijeron que para Navidad podrían estar fuera. A mediados de octubre. Dijeron que cada hora un minero, dos o tres días. Lo han conseguido cada 40 minutos.
¿Cuál ha sido la consecuencia de esa prudencia? Ahora todo es un triunfo, de la técnica, del Gobierno, de su Presidente, del pueblo de Chile. Sería tan distinto si, como se suele hacer, hubiéran dicho el rescate en un mes, cada minero 15 minutos.
Porque hay una absoluta proporción entre las expectativas creadas y las frustraciones si no se cumplen, seamos prudentes en los vaticinios, las promesas y los calendarios.
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