domingo, 16 de noviembre de 2008

La envidia deportiva


La envidia, como todo pecado capital que define el catecismo de la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, no es buena. Pero, a veces, puede no ser tan mala. De acuerdo a la primera definición de la Real Academia Española la envidia es sentir tristeza o pesar por el bien ajeno. Eso no es bueno. De acuerdo a la segunda de las acepciones, la envidia se puede encuadrar dentro de la emulación o deseo de poseer algo que otro posee. En este sentido, puede no ser tan mala si es un estímulo para mejorar en lo que uno es o tiene.

Viene esta reflexión a raíz de la celebración la pasada semana de la X Media Maratón Tierra y Olivo, que celebra la vecina ciudad de Dos Hermanas. No pude correrla, pues acababa de venir de la Maratón y quiero (aunque me cuesta) tener tres semanas de recuperación, la última activa. Mis compañeros de entreno sí la hicieron. Me dio cierta envidia, me hubiera gustado estar con ellos, sentir la emoción de la salida, el cansancio de la llegada y la satisfacción de la “cervecita” posterior, recuperadora en lo físico y agradable en lo emocional.

Corrí la primera edición, en la que, por cierto, nos cayó una tromba de agua memorable. Luego, he ido a varias, aunque su proximidad a la Subida de Cabra me ha impedido ir a otras.

Me cuentan quienes fueron que hubo más de 900 corredores (según la clasificación, llegaron 882), que dieron a los que terminaron una sudadera preciosa, una camiseta de competir y una mochila muy bonita. Y también sentí cierta envidia. Llevamos en nuestra Media Maratón, en sus dos etapas diferenciadas, doce ediciones. En la última, de 2008, entraron en meta 229 corredores, según el control publicado.

M experiencia dice que la mejor publicidad para una carrera, si queremos que sea realmente popular, se basa sólo en buena organización y que el corredor se sienta mimado. Que el popular, el que no gana nunca, se sienta protagonista. Los de El Naranjo lo han entendido y aplicado con notable y visible éxito.

No es bueno estar comparándose permanentemente con Dos Hermanas. Pero, digo yo ¿No podríamos mejorar nosotros mismos?

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