martes, 21 de julio de 2009

Lecciones de la historia

Desde hace algunos años (bastantes), me atrae mucho leer sobre la historia, tanto la muy pasada como la reciente. Lo hago tanto en ensayos como en novelas históricas o biografías. He descubierto, con el placer del lector, que nos da auténticas lecciones que, a veces, nos sirven para interpretar algunas claves de nuestro presente, y quizás de nuestro futuro.

Leí hace poco una novela llamada “El eunuco del Rey”, que contaba la historia de Sancho el Mayor, o mejor dicho, de sus descendientes, pues a él lo matan en la tercera página. Ahí explica como, en vez de consolidar las tierras que había conquistado al ”moro”, las repartió entre sus hijos y éstos se dedicaron a guerrear entre ellos, afirmando sus reinos en vez de tener objetivos comunes. Ya vemos.

Estoy suscrito también a algunas revistas mensuales de historia, que espero con ganas que lleguen a casa para devorarlas. En una de ellas, Historia y Vida, viene este mes el tema central dedicado a Luis XIV, el Rey Sol.

La lección principal es que ese gusto por el lujo, por el distanciamiento de la plebe, por la adoración al monarca, no era casual, sino una auténtica política de Estado. Se trataba de afianzar el Despotismo Ilustrado, ese de “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Se trataba de hacer que la figura del Rey fuera tan notable, tan brillante, tan absorbedora, tan deslumbrante, que nada surgiera a su sombra, que nadie lo cuestionara, que se elevara sobre todo y sobre todos.

Dice su autora, la historiadora Gloria Daganzo, que la moda cortesana no era una frivolidad. Su lenguaje, de gran carga simbólica, marcaba jerarquías. Solo la corte llegaba al Rey, sólo a ésta escuchaba el Rey, y sabía lo que sus nobles le contaban. Cierto era que estos nobles sobrevivían (muy bien, por cierto), sólo por su cercanía al Rey, de quien todo emanaba. Al caer éste, todos caían y eran olvidados.

Esa figura, con distintos nombres, llega hasta nuestros tiempos, y se manifiesta de distintas maneras pero con el mismo fin, el culto a la personalidad, a la adoración y a ser adorado. La propia historia nos enseña como estos modelos han fracasado en el largo plazo, y quienes los adoraban se convierten pronto en sus mayores críticos.

¡Cuántas lecciones nos da la historia!

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Uffff...tu siempre tan perspicaz y sutil.

Tienes un 9 de 10 en el comentario.

Saludos

Anónimo dijo...

Para que "la figura del Rey" sea "tan notable, tan brillante, tan absorbedora, tan deslumbrante" son necesarios/as, imprescindibles, una corte de aduladores dispuestos permanentemente a aplaudir hasta con las orejas, y también algún silecio complice: ¿cuando vas a pedir el cese del Concejal-ebrio?

Paco Pérez Moreno dijo...

Parece que mi "amigo anónimo", amante del socialismo transformador, pretende alguna reacción por mi parte en relación a determinado concejal. Insisto, lo que yo digo es lo que yo pienso y lo digo con mi nombre y mi foto. Sigo respetando a quien no da la cara, pero no seguiré manteniendo comentarios ni contestando. Mi humilde ventana sigue abierta a sus comentarios, pero nada más. Juegos a quien puede hacer daño a mi Partido, usándome a mí, no. Conmigo no-

Anónimo dijo...

Hola Paco
Muy buen post, este de "lecciones de historia", aunque tu audacia en el texto e incursiones en la historia, no de lugar (a algunos lectores), a una clara conclusión, yo te he entendido perfectamente.
Y me pregunto ¿la historia se mide en ciclos evolutivos del hombre o en ciclos repetitivos?
Gracias de nuevo por respetar el anonimato, pero soy yo, según tu denominación, el "amante del socialismo transformador" y no he realizado ningún comentario sobre etilómetros, normas de uso y contraindicaciones.
No obstante soy partidario de los anuncios de la DGT, como el de Stevie Wonder, donde decía "si bebes no conduzcas". Sacando como conclusión:
¡¡ si conduces bebido, es que estas ciego... !!
Ir de anónimo, tiene sus inconvenientes, y no todos los gatos son pardos.

Anónimo dijo...

Otra opinión anónima:
Hace daño a tu partido:
Quien lo desacredita con su conducta.
Quien nombre y sostiene a quien lo desacredita con su conducta.
Quien calla, dentro y fuera, "otorgando".
No lo desacredita, sino todo lo contrario, quien exige un poco de honestidad...