viernes, 2 de septiembre de 2011

¡Es la Educación, estúpidos!

No es por insultar. Es sólo un remedo de la famosa frase de la campaña de Clinton, ideada por su estratega James Carville. Pero viene bien al caso


Hemos cambiado completamente de paradigma. Ahora, lo único importantes es reducir este bestial déficit (de todos, Estado, bancos y particulares). Y, en esa carrera de recortes, que los ciudadanos en general aplauden, se introducen medidas de un claro sentido ideológico.

Lo que más me preocupa, por encima de todo, son las medidas en el ámbito de la educación. Y me explico. Si reducimos (ojo, reducen Esperanza Aguirre y Cospedal) el número de profesores, aumentamos la ratio de alumnos por clase, quitamos las tutorías, y al mismo tiempo, aumentamos la educación concertada y damos ventajas fiscales a quienes llevan (a quienes pueden llevar y pagar) a sus hijos a la enseñanza privada, estamos consagrando un modelo dual. Una enseñanza pública de mínimos, justita de medios, para quienes no pueden pagar otra cosa, y una buena enseñanza privada para quien puede pagar.

Las consecuencias de esta política, inadvertida en el ruido de la crisis, son letales para la igualdad. Nos hemos basado en que hay que conseguir que todos y todas, sin importar su origen, clase y procedencia, tengan las mismas oportunidades, y que sea el talento y no los medios económicos, los que marquen adonde llega cada uno. Todo eso está a punto de tirarse a la basura. Lo importante es adelgazar lo público y primar lo privado.

No hay más que leer la prensa u oír la radio afín a esos planteamientos neoliberales y ver la profundidad del ataque. El otro día oía como se compara a los profesores con los controladores aéreos y se postulaba que había que cortar sus “abusos” en jornada y sueldos. Hoy podemos leer algún reportaje que habla también sobre los privilegios de los maestros. Se trata de criminalizarlos para que la sociedad acepte los recortes.

No es un problema de los maestros, sino de la sociedad. No es cuestión de huelgas, sino de explicación a los padres de las consecuencias para sus hijos.

¿Hay algo más ideológico que eso? ¿Va a ocurrir sin librar la batalla?

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