viernes, 9 de julio de 2010

Cajas, no entiendo nada (o a lo peor, sí)

He tenido la oportunidad de pertenecer durante algunos años al Consejo de Administración de El Monte, y, posteriormente, de Cajasol. Ello me ha permitido conocer por dentro como funciona una institución financiera, y de forma partícular, las cajas de ahorros. Merece la pena, y lo se por esa experiencia, que luchemos por conservar este tipo de instituciones, pues tiene un papel, social, económico y financiero, que nada ni nadie sustituirá cuando desaparezcan.

Y precisamente por ese conocimiento, no puedo entender que no se anuncie ya, de forma inmediata, irrevocable, irreversible, rotunda, la fusión de las cajas de ahorros UNICAJA y CAJASOL. Fría, o caliente. De una forma o de otra. Con una sede y con ocho. No es ya la oportunidad, es la necesidad, la supervivencia. Andalucía lo necesita, y ellas, las cajas, también.

No se superponen demasiado, están, quizás una más que otra, en buen estado de salud, tienen excelentes profesionales.

Hemos oído en estas semanas, rara avis, declaraciones en su favor del PSOE, de la Junta, del PP, de los sindicatos, de los empresarios. De toda la sociedad, de tertulianos, de intelectuales.

Hablan de dificultades técnicas. Pregunto, ¿más que la fusión de Caja Madrid con la CAM? Una la preside todo un ex-Vicepresidente del Gobierno de Aznar, otra todo un ex-Presidente de la Generalitat Valenciana. Y van a hacerlo, con dos sedes.

Por ello, digo que no entiendo nada, de las razones por las que no se fusionan. O, a lo peor, sí lo entiendo. Por que las conozco. Pero entiendo entonces aún menos. Vaya lío.

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