sábado, 16 de enero de 2010

Una más de encuestas...

Pero no una encuesta más. La que se ha publicado hace dos días es una encuesta muy especial, que se debe analizar sin ponerse a la defensiva, sin discursos y argumentos ya hechos.

Primero, porque es una buena encuesta. Hace una semana leí una encuesta de ámbito estatal con una muestra de 504. ¡Para toda España! Ésta sí tiene una buena base, que permite una representación provincial muy aceptable. Segundo, porque el Instituto que la hace no es sospechoso de querer “inclinarse”.

Y la encuesta, que, como todas, lo que hace es reflejar tendencias, es muy clara. Por primera vez el Partido Popular supera al Partido Socialista en Andalucía. Podemos decir que todas las demás variables (Valoraciones, esperanzas, etc.) son favorables al PSOE. Podemos decir que el “señorito” Arenas jamás tendrá la confianza de los andaluces (también decíamos que el del “bigotito” no ganaría nunca a Felipe), podemos decir lo que queramos, para que los nuestros nos compren el mensaje.

La realidad es que estamos perdiendo la confianza de los andaluces. Que no respondemos a sus expectativas, más en una época de crisis como ésta. Y si eso no lo reconocemos, y adoptamos estrategias realistas, firmes y movilizadoras, la tendencia se consolidará (si no lo está ya).

Mi análisis es claro. No nos entienden. Hablamos “raro”. Nuestro lenguaje está alejado de la realidad, de los problemas reales de los ciudadanos. Cuando nos ponen un micrófono o hablamos en público, cambiamos hasta nuestra forma de hablar, nuestro acento, decimos “bilbado”.

Y lo que es peor, lo que decimos no es lo que la gente ve y siente. Y padece. Negamos la crisis cuando los trabajadores iban al paro a miles. Y decimos que hemos salido de la crisis cuando la miseria roza muy de cerca a millones de españoles. Y de andaluces en particular.

No tenemos iniciativa, y las que tenemos no son explicadas (o no tienen mucha explicación) Nos inventamos “economías sostenibles” y nos llenamos de discursos y discursos.

Este es un mensaje autocrítico, no desde la barrera. Desde dentro. Pero más adentro , de los que tienen que tomar estas decisiones y ponerlas en marcha. De quienes ocupan los puestos de responsabilidad. Luego no valen explicaciones. Ni cambios de “losetas”. No se trata de aplaudir (o callar) dentro, criticar fuera, y buscar ya la posición para cuando esto se ponga feo y llueva que no nos mojemos. Eso no debe volver a valer otra vez más.

Vale echarnos a la calle, hablar con gente y en su lenguaje. Llevar sus problemas a soluciones reales. Tomar iniciativas creíbles y útiles.

Vale empezar a trabajar y dejar de justificarnos.

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