jueves, 25 de diciembre de 2008

La crisis, la solidaridad y la caridad

Una vez que nos hemos instalado en la crisis económica en toda su amplitud, ahora toca sufrir las consecuencias, que, como casi siempre, recaen sobre los más débiles. Cierto es que los últimos escándalos financieros, sobre todo el de Madoff, han golpeado a un sector de altísimo poder adquisitivo, entre los que ya hay algún suicidio por la pérdida de 1.500 millones de euros.

Pero son las capas de la sociedad con más necesidades los principales “paganos” de las barrabasadas de algunos por ganar dinero fácil. Así, los que tienen empleos precarios son los primeros en ser despedidos. Los jóvenes en pareja que han sumado sus sueldos “mileuristas” para pagar sus hipotecas, no pueden responder al perder uno de los empleos. O los dos.

En estos días he oído o leído dos noticias sobre Caritas que me han puesto los vellos de punta. Conste que tengo un enorme respeto por la labor que hace esta Organización no Gubernamental de la Iglesia Católica, a la que dan vida muchos voluntarios y voluntarias. Pero algunas alarmas me parecen peligrosas.

Decía hace una semana en la radio el Cardenal Amigo Vallejo que había Ayuntamientos que derivaban casos de necesidad hacia Caritas. Tremendo.

Por otro lado, leí en El Correo que Caritas denunciaba que había casi 1000 familias en Alcalá en situación de extrema pobreza.

Mi reflexión es que los poderes públicos nunca, nunca, deben abdicar de su obligación de atender a quienes lo necesitan. Es en tiempos de crisis cuando la solidaridad debe hacerse patente, más fuerte y perceptible que nunca. Y eso es para el poder central, el autonómico y el local, cada uno en la esfera de su competencia.

Aquí no debe tener sitio la demagogia, el discurso fácil. La primera prioridad debe ser crear empleo o, al menos, frenar su destrucción. Pero al mismo tiempo, hay que poner medios y, sobre todo, recursos, para atender a quienes la propia sociedad aleja de su núcleo.

O sea, Feliz Navidad PARA TODOS Y TODAS.

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