Hasta cuatro borradores he escrito esta semana de análisis sobre los resultados del pasado domingo, y los cuatro están en la carpeta de “no publicados”. Unos, porque ya no estaba de acuerdo conmigo mismo (cosa que ocurre con frecuencia). Otros, porque leí u oí similares argumentaciones mejor expresadas que las mías.
CONFIANZA. Confiemos en este
Partido. Confiemos en su militancia y no pongamos límites estrechos a los
debates, a las ideas, a las confrontaciones de pareceres. No más límites que
los democráticos. Hemos pasado por momentos duros en la historia reciente y los
hemos superado. Pero no ahoguemos a la militancia, a los simpatizantes, a la
base. Callen un buen rato los dirigentes y oigan lo que sale de abajo, de
quienes están codo a codo con los ciudadanos, quienes aguantan reproches y dan
la cara.
No se romperá el Partido. Al
principio parecerá como la orquesta que recién sale a la sala. Cada uno afina
su instrumento y solo se oye ruido. Poco a poco se irá conjuntando y sonará
bien de nuevo. Pero si no se afina, no suena bien. Ya aprendimos de cuando el
debate sobre el marxismo, en 1979. Y salimos fortalecidos. Y de la debacle de
2000. Y salimos fortalecidos. Y, más atrás, en Suresnes.
Por eso, yo propongo que
debatamos desde las Agrupaciones, que no empiecen los líderes a posicionarse y
a coartar, que no sea sólo el debate del Secretario General, sino de propuestas
fuertes, creíbles, renovadoras de los fallos cometidos y que nos permitan
recobrar esa confianza perdida.
Tenemos demasiada tendencia a
entretenernos mucho mirándonos el ombligo. Mirémonos solo para arreglarnos y
pronto a la calle, hay mucho trabajo, la conjunción de crisis económica y
derecha neoliberal es letal y sus efectos duraderos. Miremos la Gran Bretaña
que dejo Thatcher, aun siguen sus déficits en los servicios públicos básicos.
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