domingo, 19 de abril de 2009

¿Crisis?, ?Qué crisis?

De vez en cuando, hay palabras que se convierten en moda, que se oyen hasta la saciedad, casi al punto de perder su verdadero sentido. Eso ocurre ahora con la palabra crisis. Siete acepciones en el Diccionario de la RAE. Cuatro en el María Moliner. Como quiero referirme a la crisis política, me gusta la primera de éste último, que dice así: “(Hacer, estar en, pasar una…) f. Momento en que se produce un cambio muy marcado en algo.”

Pues bien, esa es mi impresión. En los cambios producidos en el Gobierno de España, creo que José Luis Rodríguez Zapatero ha tratado de poner más “peso político” en su Consejo, y eso me parece muy positivo. En una situación como ésta, es necesario ejercer la Política completa, la capacidad de generar ilusión, consensos. Y no cabe duda que personas como Chaves, Blanco Gabilondo, Trinidad Jiménez, entre otros, podrán adoptar iniciativas y marcar agendas. Véase, por ejemplo, las primeras medidas de Pepe Blanco, de sentarse con Esperanza Aguirre, por cierto con gran cabreo de algunas “estrellas mediáticas” venidas a menos.

En Andalucía es distinto. Aquí sí que se produce un cambio realmente marcado. A mi parecer, histórico. No sé en qué sentido. Sí estoy convencido de que no es un simple cambio de Gobierno, sea mayor o menor el número de cambios.

La situación me recuerda, salvadas las diferencias, la situación de 1991, cuando se produce la sustitución de Pepe Rodríguez de la Borbolla por Manuel Chaves. Al final, todo cambio, pero no fueron los cambios que parecieron en una primera instancia. Valga recordar que salieron de la primera línea personas como Gaspar Zarrias, Torres Vela, Pepe Caballos, etc. Y en cuatro años, Gaspar volvía al Gobierno, Torres Vela presidía el Parlamento, Pepe era portavoz parlamentario. Y Sanjuán perdió el Congreso, Linde salió, etc.

No sé por dónde transcurrirán los acontecimientos. Pero sí mantengo, y lo he manifestado en tertulias con algunos compañeros, que son cartas nuevas en el tapete, que hacen falta análisis nuevos en situaciones nuevas, que no valen los típicos tópicos de siempre. Y que, como siempre, los dogmatismos y los sectarismos no son buenos aliados en el largo plazo.

Por otro lado, como en todos los cambios, hay quien se siente frustrado, tanto esperar y medrar para nada. Hay quien tiene vértigo a los cambios, por la incertidumbre que suponen. Y hay quien los ve con ilusión, sabiendo que hay que renovar para no morir. Que cada cual se apunte al lado que quiera, aunque vuelve a no valer jugar a “yo lo sabía”, porque bien calladito lo teníamos si lo sabíamos.

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